«En el saco» de Albert Bierstadt
La llegada de esta estación provoca en muchas personas un decaimiento y una tristeza que hacen que levantarse por las mañanas suponga un verdadero esfuerzo. Es comprensible, la llegada del otoño supone el fin de una época repleta de cosas que suelen resultarnos agradables: muchas horas de luz, buena temperatura, ropa ligera, facilidad para estar al aire libre, muchas oportunidades para las relaciones personales, más tiempo para pasar con la familia y las amistades, descanso, viajes… en fin todo un abanico de posibilidades para hacernos la vida más grata, ¿cómo no echar de menos el verano?
Es normal por lo tanto que los primeros días del otoño se nos hagan un poco cuesta arriba, pero, como en todo en esta vida, hay que ver la parte positiva… y el otoño, ¡cómo no!, la tiene.
El otoño, para empezar, nos hace un regalo para la vista, los colores que nos rodean bien se merecen un reconocimiento. Un paseo entre árboles observando sus maravillosos colores pueden, fácilmente, hacernos sentir mejor. La belleza está ahí, a nuestro alcance, y no hace falta salir al campo, en cualquier avenida de nuestra ciudad podemos ver tonalidades de ocres, verdes, amarillos… una maravilla. Y si tienes la suerte de vivir en un pueblo… el regalo seguro lo tienes en la misma puerta de tu casa, no hace falta ir lejos, ¿verdad? El problema es que a veces vivimos tan deprisa que no nos paramos para disfrutar de lo que nos rodea, un gran error. Hay que hacer una paradita y mirar a nuestro alrededor, la naturaleza está ahí para disfrutarla y para mejorar nuestro estado de ánimo.
La llegada del otoño nos trae también la posibilidad de iniciar cursos (estamos viviendo malos tiempos económicamente pero hay muchos gratuitos). Esos cursos nos proporcionarán, además de conocimientos, la ocasión de relacionarnos con otras personas que sin duda nos aportarán cosas positivas y seguro con más de una podremos hacer amistad, y los amigos/as siempre son un regalo, uno más, de la vida. Yo recomiendo buscar y apuntarse a cualquier curso que despierte nuestro interés. Hay quien se decantará por la informática, o por un idioma, por hacer un curso de especialización de su profesión o por aprender una nueva, y hay quien optará por aprender a pintar, a hacer encaje de bolillos, bailar, practicar aeróbic, o apuntarse a Tai-chi o Pilates. Lo importante es hacer algo que nos anime, que nos ilusione, que despierte nuestro interés y haga que demos los buenos días a cada nuevo día con una sonrisa. Es preferible un curso presencial pues además de adquirir conocimientos nos relacionamos, pero un curso on-line también es muy positivo, además suele haber foros donde podremos comunicarnos con otros alumnos-as, pero si es posible, apúntate a un curso presencial.
He hablado de adquirir conocimientos y también de hacer cursos que conllevan hacer ejercicio físico. El hacer ejercicio o practicar algún deporte, cada persona según sus posibilidades, siempre es positivo. Aparte de ser beneficioso para nuestra salud, al hacer ejercicio segregamos endorfinas, unas sustancias (transmisores) que nos hacen sentir bien, que nos producen una sensación placentera.
Nuestro cuerpo también segrega endorfinas, por ejemplo, al reír, (por algo hay talleres de Risoterapia), así que tampoco hay que desaprovechar las ocasiones para echar unas risas, de hecho, una simple sonrisa ya hace que nos sintamos mejor, prueba ahora mismo… a ver… ¿ya has sonreído?, venga, quiero esa sonrisa, ¿ya?… ¿ves?, ya te sientes mejor, es algo casi mágico ¿verdad?
El otoño, por lo tanto, nos ofrece muchas posibilidades para disfrutar, para aprender, para conocer a gente interesante. Yo siempre lo he visto como un nuevo comienzo, se inicia el curso, se vuelve al trabajo, empiezas una actividad, retomas tus clases de baile… un comienzo y eso siempre es una ilusión, ¿no? Busca tu comienzo, tu inicio en esta nueva estación que nos está saludando, y no olvides disfrutar de sus tonalidades y sonreír.
Colores del otoño en el arboretum de Westonbirt. Fotografía de Adrian Pingstone
Comparto todo lo que dices en tu post. El otoño tiene la mala suerte de estar junto al verano y aunque solamente sea por comparación siempre sale perdiendo, pero como bien dices, con su llegada se genera una multitud de oportunidades que no serían posibles de otra manera.
Como bien dices, los colores en la naturaleza, las primeras lluvias, el olor a tierra mojada, los vegetales que ofrece la temporada… un goce para los sentidos.
Gracias Diego por tu comentario.
El otoño nos brinda, efectivamente, muchas oportunidades para sonreír y disfrutar, sólo tenemos que prestar un poquito de atención. Si además de todo eso nos rodeamos de gente agradable que nos hagan sentir bien, lo tenemos bien fácil para sonreír y disfrutar.